1. Los retos para la Nueva
Evangelización de América Latina
1.1. Proyecto divino-humano
Llegaron hasta la capilla. El jefe de los asaltantes exigió a la superiora
de la comunidad que abriera el sagrario. Ya habían revisado toda la casa y no
habían encontrado el dinero. La superiora le aseguró que no lo hallaría en el
sagrario. Ante la insistencia, lo abrió. El ladrón, comprobada la ausencia del
dinero, se santiguó con la mano que empuñaba el arma, mientras decía:
"Perdóname, Diosito".
No estamos satisfechos de la evangelización incompleta en los católicos
de América Latina. Todos deseamos lograr la Nueva Evangelización en nuestro
continente. ¿Lo lograremos? Podemos afirmarlo si nos apoyamos en la ayuda
indefectible del Espíritu Santo. Pero la ley de la Encarnación también nos
exige poner nuestra parte y nos pide una actitud positiva. La Iglesia la
componemos Dios y los hombres. Dios pondrá su parte. ¿Y nosotros?
1.2. Los posibles caminos de la Nueva
Evangelización
La Nueva Evangelización necesita de unas condiciones básicas para
realizarse. Podemos anotar las siguientes:
* Que haya sólido y coherente fundamento de nuestra acción con
las fuentes de la Revelación.
* Que todos los Pastores adquieran la convicción interna y tomen
las providencias necesarias para llevar a cabo esta misión. Es más
difícil lograr este punto, porque exigirá a algunos cambiar actitudes y rutinas
adquiridas, aunque la mayoría dará substanciosos pasos hacia adelante.
* Que se apliquen los medios prácticos proporcionados a la meta deseada.
Este punto es más difícil aún, porque exigirá a todos los agentes implicados en
esta tarea eclesial, descubrir los medios adecuados, hacer el esfuerzo práctico
para superar la apatía y la pereza, y poner actitudes de sincera comunión.
1.3. Algunos parámetros de análisis
histórico más relevantes
Predomina una pastoral despersonalizada. Si analizamos la primera
evangelización, el medio básico fue el diálogo del hombre con Dios y con sus
hermanos. No fue el único medio, pero logró la auténtica comunicación del
Evangelio. El diálogo entre los hombres y con Dios es un camino tan obvio que
no ha recibido actualmente la atención e importancia merecida.
En muchos
sectores de la Iglesia, los ministros se ven obligados a una acción masiva, de
prisa y corriendo, despersonalizada. ¿Cuántos bautizados conocen por su nombre
a su obispo? ¿Qué porcentaje de creyentes ha dialogado personal y detenidamente
con su párroco, al menos una vez al año? La comunicación personal del
Evangelio, el intercambio de los valores cristianos, la donación auténtica y el
compromiso de evangelizadores y evangelizados sigue siendo fundamental.
Padecemos una secularización galopante. La primera evangelización se
realizó por agentes y hacia destinatarios que tenían a Dios como el valor
máximo de la existencia humana. Pero la evangelización no ha corrido a la misma
velocidad que el desarrollo de la cultura superprofana. La vertiginosa secularización
va entrando en América Latina. Presiona con la mentalidad técnica y económica y
con la invasión de valores materiales.
Los laicos son una potencia evangelizadora. Los primeros evangelizadores
fueron sacerdotes y religiosos. Clérigos y consagrados constituían la fuerza
activa de las misiones eclesiales. Hoy, los laicos han madurado en su
personalidad, son hijos de su tiempo y han adquirido conciencia clara de su
papel dentro de la Iglesia. Esta conciencia ha implicado un tránsito brusco de
una actitud pasiva a una actitud de participación.
Padecemos carencia de agentes integrales. La historia de las
conversiones durante la primera evangelización se logró con el testimonio de
los auténticos cristianos. Más conquistó el testimonio sincero del agente
evangelizador comprometido que miles de discursos. En muchos casos, además, los
misioneros eran hijos de familias aristócratas que entregaban
desinteresadamente su vida a la evangelización.
Podemos dar el título de aristos (lo
mejor) a la mayoría con todo merecimiento. Sin embargo, es frecuente encontrar
hoy agentes evangelizadores poco formados, sea espiritual o humanamente.
Las sectas fundamentalistas impregnan el ambiente. La evangelización
fundante sembró la fe sobre el mundo pagano. Y no hubo competencia. La Corona
española, decididamente opuesta al protestantismo naciente, difunde el
Evangelio sin más obstáculo que el paganismo.
Ahora, sin embargo, nos
encontramos con el protestantismo devaluado de las sectas fundamentalistas.
Esta competencia en la labor evangelizadora está apoyada además por el
capitalismo liberal, tanto en las concepciones culturales materialistas como en
el apoyo económico y estratégico.
Vivimos en un continente común. La primera evangelización actuó sobre
una amplia variedad de pueblos, de culturas, de lenguas. La Nueva
Evangelización se enfrenta hoy a un continente muy uniformado en idioma y en
substratos culturales, pues el mestizaje y las leyes sociales que mantuvo
España produjeron unos comunes dominadores, no lejanos de los establecidos por
Portugal.
¿Cuál fue y es el apoyo de la autoridad política y de las fuerzas
culturales? La primera evangelización avanzó con el apoyo de las autoridades
políticas.
Hoy, la Nueva Evangelización encuentra desigual respaldo de las personas
establecidas en los gobiernos latinoamericanos y mermado apoyo de los hombres
de cultura, muy viciados de iluminismo racional, cuando no de marxismo.
Evangelizar hoy tiene menos respaldo humano. Dicho de otro modo, la primera
evangelización no tuvo obstáculos en la comunidad civil. Hoy tiene muchos.
1.4. Parámetros sociológicos que
repercuten en la evangelización
La masificación de los bautizados exige una acción pastoral dirigida a
masas multitudinarias. El urbanismo desmedido y la movilidad de las personas no
permite aprovechar la estructura territorial como antes. Experimentamos
disminución y debilitamiento de la primitiva intimidad en la comunidad
cristiana. Urge desarrollar las estructuras actuales o encontrar nuevas
estructuras con más vitalidad, sin necesidad de destruir lo existente.
Es manifiesta la necesidad de pertenencia. El hombre actual se enfrenta
cada día con problemas tan variados y complicados que no puede evitar sentirse
inseguro e incompleto para resolverlos por sí solo. Una vez más el hombre solo,
acosado y amenazado, busca instintivamente el apoyo y el refuerzo de otros que,
en situaciones parecidas, piensen como él y estén dispuestos a aunar esfuerzos
en soluciones comunes. Pero la comunidad crece cada día. El católico siente el
anonimato dentro del cuerpo eclesial. El desarrollo de las sectas se ha
motivado mucho por esta exigencia natural de las personas de pertenecer a un
grupo social definido.
La Nueva Evangelización necesita atender esta necesidad
de pertenencia.
Hay una labor del sacerdote archisolicitado. Una mirada al
funcionamiento normal de nuestras parroquias presenta a la mayoría de los
fieles condenados a vivir una religiosidad muy limitada, marginada de las
verdaderas experiencias cristianas. Están alejados de la atención personal de
los Pastores. El obispo desconoce a sus fieles; los sacerdotes actúan demasiado
ocupados por la multiplicidad de exigencias. La amplitud de la demanda suele
ser tan grande que les imposibilita dar mejor servicio de la Palabra, del Pan,
del Perdón. No pueden entrar en relación personal y profunda con quienes
reciben su atención.
La Nueva Evangelización puede romper esta barrera con el
crecimiento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Pero, ¿qué
hacer mientras no haya un número suficiente de sacerdotes y almas consagradas?
La religiosidad popular corre riesgo de anemia. Fruto casi obligado de
estas consideraciones es el debilitamiento y limitación de la religiosidad
popular, y la Nueva Evangelización requiere una religiosidad fuerte que puede
lograrse con una religiosidad popular revitalizada.
Nos faltan niveles intermedios de evangelización.
El proceso acelerado
de secularización y descristianización produce efectos disolventes en quienes
no tienen preparación. Los estudios teológicos han alcanzado niveles
estimadísimos en este siglo y los Papas han enriquecido amplísimamente el
bagaje de contenido doctrinal para la Iglesia. Pero los estudiosos y los
grandes documentos de la Iglesia no llegan a las masas porque la disminución de
vocaciones ha debilitado a los agentes encargados de conectar al vértice
eclesial con la base. La Nueva Evangelización requiere de agentes que actúen
como eslabones intermedios en la estructura social de la comunidad católica.
Vivimos en una sociedad que todavía depende prioritariamente de la
familia. El cambio cultural no lo pueden lograr factores externos, pues son
transitorios y de influjo superficial. El cambio lo provocan las personas
capaces y activas. Pero todas las personas dependen religiosamente de la
familia, pues en ella se transmiten fundamentalmente los valores y antivalores
y la fe es un valor. La Nueva Evangelización debe tener su eje en la familia.
Es también una sociedad en manos femeninas. La transmisión de valores
tiene prioritario lugar en la familia y depende principalmente de la mujer. Es
un dato fenomenológico constatado: la mujer es el agente vital en la
transmisión de la fe. Esto no quiere decir que sólo ella debe transmitirla;
pero, de todos modos, ocupa un papel neurálgico en la acción evangelizadora.
Antes, el párroco daba solidez y estabilidad necesaria a tantas mujeres que
fueron foco de la evangelización hogareña o parroquial. Ahora, con la
disminución proporcional de vocaciones, falta la acción de evangelizadores
varones que dé apoyo a tantas mujeres comprometidas en la evangelización. La
mujer se convierte, pues, en destinataria y agente privilegiado de la Nueva
Evangelización.
2. Fundamentos teológicos y pastorales
para una Nueva Evangelización de América Latina
2.1. Fundamentos eclesiológicos para
una Nueva Evangelización de América Latina
Necesitamos una eclesiología de comunión y de comunicación, porque la
evangelización necesita de la colaboración de todos (1)
.
La eclesiología del
anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el
Evangelio (2) y esta
comunicación se realiza por la palabra, por las obras-testimonio y por los
valores-fuerza que impulsan la vida espiritual. Una buena evangelización no
puede prescindir de los tres elementos.
Estimulemos la eclesiología de la misión, pues nuestra labor pide la
transmisión del mensaje evangélico más allá de las fronteras de la comunidad
eclesial (3). La Nueva
Evangelización busca llegar a todos los hombres del continente).
2.2. Fundamentos cristocéntricos
La evangelización debe ser una acción cristocéntrica. Cristo debe ser el
criterio, el centro y el modelo de toda acción evangelizadora. Podemos
considerar este cristocentrismo desde varios ángulos:
* Cristo Profeta: Cristo habla de las cosas de Dios en
nombre de Él. La evangelización deberá imitarle con la acción directa de la
palabra.
* Cristo Redentor-Sacerdote: La acción evangelizadora
debe sacrificar lo propio por otros. Exigirá vivir la renuncia, la pobreza y la
humildad evangélicas (5).
* Cristo Pastor dedicado a los demás: La evangelización
necesita de agentes dedicados con tiempo íntegro y cualificado para el servicio
de los otros (6).
* Mariología Guadalupana. El Nican Mopohua expresa: "¿No
soy yo tu madre?". La evangelización debe realizarse según el modelo de la
fe y docilidad de María, por encima del orgullo y de la autosuficiencia
humanos.
2.3. Otros fundamentos teológicos
Buscar la salvación integral. Porque la realidad dolorida y cambiante de
América Latina pide una visión de la Nueva Evangelización que parta de una
soteriología integral. La acción evangelizadora debe ofrecer al hombre un
desarrollo terrestre y trascendente (7).
Impulsar la liturgia y la religiosidad popular como puntos de llegada y
arranque. No podemos eliminarlas ni reducir la vida cristiana a ellas. Se trata
de vivir el Evangelio fuera del templo, no dejar tampoco de frecuentarlo para
vivir la celebración de la historia de salvación.
Abarcar todos los valores y luchar por ellos. Debemos regirnos por una
ética de compromiso interior y de axiología convencida. Porque no basta cumplir
unas leyes o polarizar el Evangelio en unos valores exclusivos. Requerimos de
una visión global y convencida de la vida cristiana, sólida de opciones y
abierta a su jerarquía exigente, no acomodaticia o circunstancial. Porque así
es el Evangelio. Sólo podemos evangelizar con agentes evangelizadores que
mantengan firmes los valores esenciales, a pesar de la corriente adversa.
2.4. Algunos criterios pastorales
Promover la pastoral evangelizadora eficaz. Debemos poner el acento de
la eficacia evangelizadora en la gracia. Pero este criterio debe complementarse
con la visión católica de la necesidad de intervención de la libertad humana.
No vamos a quitarle a Dios su papel, pero no podemos caer en un luteranismo que
elimine la parte humana de la acción eclesial.
Demos prioridad al agente evangelizador.
La evangelización para ser
eficaz debe atender al elemento principal, so pena de quedarse a la mitad de
camino, y el elemento principal es el agente evangelizador. No podemos pensar
que sean las estructuras sociales o eclesiales, éstas tienen su importancia
pero dependen de la acción del agente. Estructuras sin agentes no producen
frutos. Tampoco podemos buscar una evangelización por los solos medios
exteriores, sino por la acción de los agentes (8).
El agente laico es el punto de apoyo primordial. Sabemos que la
evangelización requiere la corresponsabilidad de jerarquía y laicado para vivir
la comunión eclesial (9)
. Este principio
exigirá a algunos Pastores que den más protagonismo a la acción de los laicos
en su pastoral (10), y no sólo en teoría
o en unos cuantos sectores de la pastoral diocesana o parroquial. Requiere
también que los laicos presten obediencia y docilidad a sus Pastores, porque la
corresponsabilidad no elimina los carismas (11). De todos modos, es
bueno destacar que el laico tiene un papel insustituible en la
evangelización (12), sea por sus
características, sea por el designio de Dios.
Demos importancia vital a la familia en la evangelización.
Hemos dado
prioridad al agente sobre las estructuras. Pero, si una estructura social debe
privilegiarse, debe ser la familia. La evangelización debe atender más a la
estructura familiar que a otras estructuras sociales, porque éstas son
tornadizas e inestables. Y la familia no.
Promovamos una evangelización de la libertad de garantizar un compromiso
personal por encima de mecanismos pasajeros o tornadizos. En negativo, debemos
evitar los procesos que mueven a las personas espontáneamente pero sin una
motivación consciente.
Procuremos estructurar los procesos evangelizadores sobre las metas
principalmente, es decir, no apoyarnos prioritariamente sólo en técnicas, en
estructuras o en programas, sino subordinar y actualizar éstos a las metas.
Porque el mundo cambia muy rápidamente y los métodos y programas quedan
obsoletos fácilmente, pero las metas, siempre nos guiarán en todo momento.
Cultivemos, finalmente, el sentido de vigilancia ante la propia
limitación y ante el ambiente distorsionador o provocativo, es decir,
procuremos lograr una actitud cristiana que tenga el equilibrio entre el
espíritu crítico y el abandono en los designios de Dios. Porque la salvación de
los seres humanos y la construcción del reino de Dios puede malograrse por
nuestras pequeñeces y puede engrandecerse con la fuerza invisible de Dios.
Notas
1. Ver Christifideles laici, 15, 23; Redemptoris
missio, 27. [Regresar]
2. Ver Redemptoris missio, 20. [Regresar]
3. Ver Juan Pablo II, Discurso a los obispos del CELAM, Santo
Domingo, 12/10/1984. [Regresar]
4. Ver Redemptoris missio, 23. [Regresar]
5. Ver Redemptoris missio, 11. [Regresar]
6. Ver Christifideles laici, 14. [Regresar]
7. Ver Redemptoris missio, 11, 14. [Regresar]
8. Ver Gaudium et spes, 42. [Regresar]
9. Ver Apostolicam actuositatem, 10, 22, 24, 25,
31. [Regresar]
10. Ver Redemptoris missio, 2. [Regresar]
11. Ver Christifideles laici, 20. [Regresar]
12. Ver Christifideles laici, 28, 30. [Regresar]
El perdón cura las heridas provocadas por el resentimiento y renueva las personas, las familias, las comu- nidades y la vida social. El perdón es la clave de nuestras relaciones con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos El perdón es una necesidad. Si no perdono, no puedo ser perdonado. El perdón es un proceso, este es, un continuo crecimiento hacia la libertad interior. No olvidemos que algunas experiencias son tan dolorosas que requieren mucho tiempo transcurrido en el perdón.