Revista Digital de los Misioneros Combonianos 
en América y Asia

La Nueva Evangelización de América Latina 


Cardenal Norberto Rivera, Arzobispo emérito de Ciudad de  México   

1. Los retos para la Nueva Evangelización de América Latina    
1.1. Proyecto divino-humano
 
Llegaron hasta la capilla. El jefe de los asaltantes exigió a la superiora de la comunidad que abriera el sagrario. Ya habían revisado toda la casa y no habían encontrado el dinero. La superiora le aseguró que no lo hallaría en el sagrario. Ante la insistencia, lo abrió. El ladrón, comprobada la ausencia del dinero, se santiguó con la mano que empuñaba el arma, mientras decía: "Perdóname, Diosito". 
No estamos satisfechos de la evangelización incompleta en los católicos de América Latina. Todos deseamos lograr la Nueva Evangelización en nuestro continente. ¿Lo lograremos? Podemos afirmarlo si nos apoyamos en la ayuda indefectible del Espíritu Santo. Pero la ley de la Encarnación también nos exige poner nuestra parte y nos pide una actitud positiva. La Iglesia la componemos Dios y los hombres. Dios pondrá su parte. ¿Y nosotros?    
1.2. Los posibles caminos de la Nueva Evangelización 
La Nueva Evangelización necesita de unas condiciones básicas para realizarse. Podemos anotar las siguientes: 
* Que haya sólido y coherente fundamento de nuestra acción con las fuentes de la Revelación. 
* Que todos los Pastores adquieran la convicción interna y tomen las providencias necesarias para llevar a cabo esta misión. Es más difícil lograr este punto, porque exigirá a algunos cambiar actitudes y rutinas adquiridas, aunque la mayoría dará substanciosos pasos hacia adelante. 
* Que se apliquen los medios prácticos proporcionados a la meta deseada. Este punto es más difícil aún, porque exigirá a todos los agentes implicados en esta tarea eclesial, descubrir los medios adecuados, hacer el esfuerzo práctico para superar la apatía y la pereza, y poner actitudes de sincera comunión.    
1.3. Algunos parámetros de análisis histórico más relevantes 
Predomina una pastoral despersonalizada. Si analizamos la primera evangelización, el medio básico fue el diálogo del hombre con Dios y con sus hermanos. No fue el único medio, pero logró la auténtica comunicación del Evangelio. El diálogo entre los hombres y con Dios es un camino tan obvio que no ha recibido actualmente la atención e importancia merecida. 
En muchos sectores de la Iglesia, los ministros se ven obligados a una acción masiva, de prisa y corriendo, despersonalizada. ¿Cuántos bautizados conocen por su nombre a su obispo? ¿Qué porcentaje de creyentes ha dialogado personal y detenidamente con su párroco, al menos una vez al año? La comunicación personal del Evangelio, el intercambio de los valores cristianos, la donación auténtica y el compromiso de evangelizadores y evangelizados sigue siendo fundamental. 
Padecemos una secularización galopante. La primera evangelización se realizó por agentes y hacia destinatarios que tenían a Dios como el valor máximo de la existencia humana. Pero la evangelización no ha corrido a la misma velocidad que el desarrollo de la cultura superprofana. La vertiginosa secularización va entrando en América Latina. Presiona con la mentalidad técnica y económica y con la invasión de valores materiales. 
Los laicos son una potencia evangelizadora. Los primeros evangelizadores fueron sacerdotes y religiosos. Clérigos y consagrados constituían la fuerza activa de las misiones eclesiales. Hoy, los laicos han madurado en su personalidad, son hijos de su tiempo y han adquirido conciencia clara de su papel dentro de la Iglesia. Esta conciencia ha implicado un tránsito brusco de una actitud pasiva a una actitud de participación. Padecemos carencia de agentes integrales. La historia de las conversiones durante la primera evangelización se logró con el testimonio de los auténticos cristianos. Más conquistó el testimonio sincero del agente evangelizador comprometido que miles de discursos. En muchos casos, además, los misioneros eran hijos de familias aristócratas que entregaban desinteresadamente su vida a la evangelización. 
Podemos dar el título de aristos (lo mejor) a la mayoría con todo merecimiento. Sin embargo, es frecuente encontrar hoy agentes evangelizadores poco formados, sea espiritual o humanamente. Las sectas fundamentalistas impregnan el ambiente. La evangelización fundante sembró la fe sobre el mundo pagano. Y no hubo competencia. La Corona española, decididamente opuesta al protestantismo naciente, difunde el Evangelio sin más obstáculo que el paganismo. 
Ahora, sin embargo, nos encontramos con el protestantismo devaluado de las sectas fundamentalistas. Esta competencia en la labor evangelizadora está apoyada además por el capitalismo liberal, tanto en las concepciones culturales materialistas como en el apoyo económico y estratégico. 
Vivimos en un continente común. La primera evangelización actuó sobre una amplia variedad de pueblos, de culturas, de lenguas. La Nueva Evangelización se enfrenta hoy a un continente muy uniformado en idioma y en substratos culturales, pues el mestizaje y las leyes sociales que mantuvo España produjeron unos comunes dominadores, no lejanos de los establecidos por Portugal. ¿Cuál fue y es el apoyo de la autoridad política y de las fuerzas culturales? La primera evangelización avanzó con el apoyo de las autoridades políticas. 
Hoy, la Nueva Evangelización encuentra desigual respaldo de las personas establecidas en los gobiernos latinoamericanos y mermado apoyo de los hombres de cultura, muy viciados de iluminismo racional, cuando no de marxismo. Evangelizar hoy tiene menos respaldo humano. Dicho de otro modo, la primera evangelización no tuvo obstáculos en la comunidad civil. Hoy tiene muchos.    
1.4. Parámetros sociológicos que repercuten en la evangelización 
La masificación de los bautizados exige una acción pastoral dirigida a masas multitudinarias. El urbanismo desmedido y la movilidad de las personas no permite aprovechar la estructura territorial como antes. Experimentamos disminución y debilitamiento de la primitiva intimidad en la comunidad cristiana. Urge desarrollar las estructuras actuales o encontrar nuevas estructuras con más vitalidad, sin necesidad de destruir lo existente. 
Es manifiesta la necesidad de pertenencia. El hombre actual se enfrenta cada día con problemas tan variados y complicados que no puede evitar sentirse inseguro e incompleto para resolverlos por sí solo. Una vez más el hombre solo, acosado y amenazado, busca instintivamente el apoyo y el refuerzo de otros que, en situaciones parecidas, piensen como él y estén dispuestos a aunar esfuerzos en soluciones comunes. Pero la comunidad crece cada día. El católico siente el anonimato dentro del cuerpo eclesial. El desarrollo de las sectas se ha motivado mucho por esta exigencia natural de las personas de pertenecer a un grupo social definido. 
La Nueva Evangelización necesita atender esta necesidad de pertenencia. Hay una labor del sacerdote archisolicitado. Una mirada al funcionamiento normal de nuestras parroquias presenta a la mayoría de los fieles condenados a vivir una religiosidad muy limitada, marginada de las verdaderas experiencias cristianas. Están alejados de la atención personal de los Pastores. El obispo desconoce a sus fieles; los sacerdotes actúan demasiado ocupados por la multiplicidad de exigencias. La amplitud de la demanda suele ser tan grande que les imposibilita dar mejor servicio de la Palabra, del Pan, del Perdón. No pueden entrar en relación personal y profunda con quienes reciben su atención. 
La Nueva Evangelización puede romper esta barrera con el crecimiento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Pero, ¿qué hacer mientras no haya un número suficiente de sacerdotes y almas consagradas? La religiosidad popular corre riesgo de anemia. Fruto casi obligado de estas consideraciones es el debilitamiento y limitación de la religiosidad popular, y la Nueva Evangelización requiere una religiosidad fuerte que puede lograrse con una religiosidad popular revitalizada. Nos faltan niveles intermedios de evangelización. 
El proceso acelerado de secularización y descristianización produce efectos disolventes en quienes no tienen preparación. Los estudios teológicos han alcanzado niveles estimadísimos en este siglo y los Papas han enriquecido amplísimamente el bagaje de contenido doctrinal para la Iglesia. Pero los estudiosos y los grandes documentos de la Iglesia no llegan a las masas porque la disminución de vocaciones ha debilitado a los agentes encargados de conectar al vértice eclesial con la base. La Nueva Evangelización requiere de agentes que actúen como eslabones intermedios en la estructura social de la comunidad católica. Vivimos en una sociedad que todavía depende prioritariamente de la familia. El cambio cultural no lo pueden lograr factores externos, pues son transitorios y de influjo superficial. El cambio lo provocan las personas capaces y activas. Pero todas las personas dependen religiosamente de la familia, pues en ella se transmiten fundamentalmente los valores y antivalores y la fe es un valor. La Nueva Evangelización debe tener su eje en la familia. 
Es también una sociedad en manos femeninas. La transmisión de valores tiene prioritario lugar en la familia y depende principalmente de la mujer. Es un dato fenomenológico constatado: la mujer es el agente vital en la transmisión de la fe. Esto no quiere decir que sólo ella debe transmitirla; pero, de todos modos, ocupa un papel neurálgico en la acción evangelizadora. Antes, el párroco daba solidez y estabilidad necesaria a tantas mujeres que fueron foco de la evangelización hogareña o parroquial. Ahora, con la disminución proporcional de vocaciones, falta la acción de evangelizadores varones que dé apoyo a tantas mujeres comprometidas en la evangelización. La mujer se convierte, pues, en destinataria y agente privilegiado de la Nueva Evangelización.    
2. Fundamentos teológicos y pastorales para una Nueva Evangelización de América Latina  
2.1. Fundamentos eclesiológicos para una Nueva Evangelización de América Latina 
Necesitamos una eclesiología de comunión y de comunicación, porque la evangelización necesita de la colaboración de todos (1)
La eclesiología del anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el Evangelio (2) y esta comunicación se realiza por la palabra, por las obras-testimonio y por los valores-fuerza que impulsan la vida espiritual. Una buena evangelización no puede prescindir de los tres elementos. Estimulemos la eclesiología de la misión, pues nuestra labor pide la transmisión del mensaje evangélico más allá de las fronteras de la comunidad eclesial (3). La Nueva Evangelización busca llegar a todos los hombres del continente).    
2.2. Fundamentos cristocéntricos 
La evangelización debe ser una acción cristocéntrica. Cristo debe ser el criterio, el centro y el modelo de toda acción evangelizadora. Podemos considerar este cristocentrismo desde varios ángulos: 
Cristo Profeta: Cristo habla de las cosas de Dios en nombre de Él. La evangelización deberá imitarle con la acción directa de la palabra. 
Cristo Redentor-Sacerdote: La acción evangelizadora debe sacrificar lo propio por otros. Exigirá vivir la renuncia, la pobreza y la humildad evangélicas (5)
Cristo Pastor dedicado a los demás: La evangelización necesita de agentes dedicados con tiempo íntegro y cualificado para el servicio de los otros (6)
Mariología Guadalupana. El Nican Mopohua expresa: "¿No soy yo tu madre?". La evangelización debe realizarse según el modelo de la fe y docilidad de María, por encima del orgullo y de la autosuficiencia humanos.    
2.3. Otros fundamentos teológicos 
Buscar la salvación integral. Porque la realidad dolorida y cambiante de América Latina pide una visión de la Nueva Evangelización que parta de una soteriología integral. La acción evangelizadora debe ofrecer al hombre un desarrollo terrestre y trascendente (7). Impulsar la liturgia y la religiosidad popular como puntos de llegada y arranque. No podemos eliminarlas ni reducir la vida cristiana a ellas. Se trata de vivir el Evangelio fuera del templo, no dejar tampoco de frecuentarlo para vivir la celebración de la historia de salvación. Abarcar todos los valores y luchar por ellos. Debemos regirnos por una ética de compromiso interior y de axiología convencida. Porque no basta cumplir unas leyes o polarizar el Evangelio en unos valores exclusivos. Requerimos de una visión global y convencida de la vida cristiana, sólida de opciones y abierta a su jerarquía exigente, no acomodaticia o circunstancial. Porque así es el Evangelio. Sólo podemos evangelizar con agentes evangelizadores que mantengan firmes los valores esenciales, a pesar de la corriente adversa.    
2.4. Algunos criterios pastorales 
Promover la pastoral evangelizadora eficaz. Debemos poner el acento de la eficacia evangelizadora en la gracia. Pero este criterio debe complementarse con la visión católica de la necesidad de intervención de la libertad humana. No vamos a quitarle a Dios su papel, pero no podemos caer en un luteranismo que elimine la parte humana de la acción eclesial. Demos prioridad al agente evangelizador. 
La evangelización para ser eficaz debe atender al elemento principal, so pena de quedarse a la mitad de camino, y el elemento principal es el agente evangelizador. No podemos pensar que sean las estructuras sociales o eclesiales, éstas tienen su importancia pero dependen de la acción del agente. Estructuras sin agentes no producen frutos. Tampoco podemos buscar una evangelización por los solos medios exteriores, sino por la acción de los agentes (8)
El agente laico es el punto de apoyo primordial. Sabemos que la evangelización requiere la corresponsabilidad de jerarquía y laicado para vivir la comunión eclesial (9) . Este principio exigirá a algunos Pastores que den más protagonismo a la acción de los laicos en su pastoral (10), y no sólo en teoría o en unos cuantos sectores de la pastoral diocesana o parroquial. Requiere también que los laicos presten obediencia y docilidad a sus Pastores, porque la corresponsabilidad no elimina los carismas (11). De todos modos, es bueno destacar que el laico tiene un papel insustituible en la evangelización (12), sea por sus características, sea por el designio de Dios. Demos importancia vital a la familia en la evangelización. 
Hemos dado prioridad al agente sobre las estructuras. Pero, si una estructura social debe privilegiarse, debe ser la familia. La evangelización debe atender más a la estructura familiar que a otras estructuras sociales, porque éstas son tornadizas e inestables. Y la familia no. Promovamos una evangelización de la libertad de garantizar un compromiso personal por encima de mecanismos pasajeros o tornadizos. En negativo, debemos evitar los procesos que mueven a las personas espontáneamente pero sin una motivación consciente. 
Procuremos estructurar los procesos evangelizadores sobre las metas principalmente, es decir, no apoyarnos prioritariamente sólo en técnicas, en estructuras o en programas, sino subordinar y actualizar éstos a las metas. Porque el mundo cambia muy rápidamente y los métodos y programas quedan obsoletos fácilmente, pero las metas, siempre nos guiarán en todo momento. Cultivemos, finalmente, el sentido de vigilancia ante la propia limitación y ante el ambiente distorsionador o provocativo, es decir, procuremos lograr una actitud cristiana que tenga el equilibrio entre el espíritu crítico y el abandono en los designios de Dios. Porque la salvación de los seres humanos y la construcción del reino de Dios puede malograrse por nuestras pequeñeces y puede engrandecerse con la fuerza invisible de Dios. 
Notas
 
1. Ver Christifideles laici, 15, 23; Redemptoris missio, 27. [Regresar] 
2. Ver Redemptoris missio, 20. [Regresar] 
3. Ver Juan Pablo II, Discurso a los obispos del CELAM, Santo Domingo, 12/10/1984. [Regresar] 
4. Ver Redemptoris missio, 23. [Regresar] 
5. Ver Redemptoris missio, 11. [Regresar]
6. Ver Christifideles laici, 14. [Regresar] 
7. Ver Redemptoris missio, 11, 14. [Regresar] 
8. Ver Gaudium et spes, 42. [Regresar] 
9. Ver Apostolicam actuositatem, 10, 22, 24, 25, 31. [Regresar] 
10. Ver Redemptoris missio, 2. [Regresar] 
11. Ver Christifideles laici, 20. [Regresar] 
12. Ver Christifideles laici, 28, 30. [Regresar]     
  

El perdón cura las heridas provocadas por el resentimiento y renueva las personas, las familias, las comu- nidades y la vida social. El perdón es la clave de nuestras relaciones con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos El perdón es una necesidad. Si no perdono, no puedo ser perdonado. El perdón es un proceso, este es, un continuo crecimiento hacia la libertad interior. No olvidemos que algunas experiencias son tan dolorosas que requieren mucho tiempo transcurrido en el perdón.