Revista Digital de los Misioneros Combonianos 
en América y Asia

AMÉRICA LATINA
La historia de la Iglesia es rica en tesoros, en ideas y en inspiraciones

En medio de muchas sombras, contradicciones y pecados, ¡dejémonos llevar por la luz que brilló en los momentos más fuertes de las Conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida! Antes de esta primavera del Espíritu, era difícil pensar en una "Iglesia en salida". 

P. Dario Bossi

  Por el contrario, la Iglesia se consideraba una "sociedad perfecta", en la que era necesario integrar al mayor número posible de miembros, purificándolos del "mundo" exterior (todavía hay grupos que piensan así, ¿no?).
Los fieles laicos eran considerados como el "brazo del clero", debiendo escuchar y obedecer a la jerarquía. Rara vez había un movimiento inverso. Profundamente cuestionada por la pobreza en todos los países de América Latina y por la violencia de las dictaduras, la Iglesia comenzó a recorrer nuevos caminos en Medellín desde 1968. Marcada por el martirio, habitada por los pobres, los preferidos de Dios, y guiada por los signos de los tiempos, manifestación de Dios en la historia.
Se consolidaron opciones más claras para la ministerialidad, el protagonismo de los laicos y los jóvenes, y para una Iglesia de pequeñas comunidades de base, las CEB. Se valoraba la inculturación, la fe celebrada y vivida desde las diferencias culturales, el diálogo entre culturas. El Papa Francisco insiste en que aún no hemos logrado descubrir y encarnar toda la riqueza contenida en la última Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida (2007). Cuando se le propuso convocar una nueva Conferencia, ya que han pasado 14 años y hay mucho que actualizar, el Papa aumentó el reto: que Aparecida siga siendo un faro y una inspiración, pero demos ahora un nuevo paso; ya no una asamblea sólo de obispos: ¡quiero una asamblea eclesial, de toda la Iglesia!
Es el reto de la sinodalidad, de caminar juntos. Un camino de corresponsabilidad, de todo el Pueblo de Dios en la construcción de su Reino. La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe ya ha comenzado. En todo el continente circulan materiales de estudio y propuestas de debate y reflexión. A finales de agosto, la fase de escucha de las comunidades y del Pueblo de Dios llegó a su fin. En los meses siguientes, en la etapa de discernimiento, todo el rico material recogido será fruto de discernimiento, meditación y síntesis, para ser presentado en noviembre, cuando la Asamblea tenga su clausura simbólica en el Santuario de Guadalupe, México, a los pies de la patrona de América Latina.
Esta vez no sólo habrá obispos, sino también religiosas y religiosos y laicos. Se busca una metodología representativa, inclusiva y participativa. El camino de la Asamblea está marcado por las tres etapas de ver-juzgar-actuar: la vida de nuestros pueblos; la iluminación de Jesucristo para nuestros pueblos; la conversión personal, comunitaria y social.
No faltan los límites y las dificultades, porque esta Asamblea llega en medio de una pandemia, con el riesgo de sacrificar o reducir el proceso de escucha y participación real del pueblo. Pero la puerta de la sinodalidad y del protagonismo de los laicos en la Iglesia está definitivamente abierta, aunque siga siendo una puerta estrecha. ¡Nos toca creer en este camino y entrar con decisión, dando nuevos pasos de profecía y compromiso, fieles al Espíritu que guía a los cristianos de América Latina!